ÁMBITO INTELECTUAL
Dentro del ámbito intelectual, es necesario destacar principalmente que el aumento de la capacidad de atención y concentración, la mejora del razonamiento lógico y de la memoria, y el hecho de aprender a estar en silencio sirven para fomentar y reforzar la adquisición de los hábitos de estudio y, en consecuencia, inciden positivamente en la mejora del rendimiento escolar.
Además se potencian sustancialmente las capacidades de cálculo, de análisis y de síntesis; se mejora la percepción, la discriminación, la creatividad, la imaginación y la intuición; se trabaja la orientación espacio tiempo y se mejora la expresión verbal.
El ajedrez, en definitiva, es importante para la estimulación del pensamiento, puesto que su práctica engloba dos tipos de razonamiento: el convergente, que consiste en saber aplicar los procedimientos y los razonamientos lógicos adecuados para encontrar soluciones correctas (este razonamiento convergente se puede enseñar y aprender), y el divergente o creativo, donde en función de los conocimientos y/o experiencias previas se halla una u otra respuesta (creaciones), diferentes según la persona y las circunstancias del momento (esta capacidad de creación se puede potenciar pero es muy difícil enseñarla porque se basa en la intuición).
En la resolución de problemas es muy importante, en primer lugar, tener la capacidad de reconocerlos; en segundo lugar, poder seleccionar los elementos importantes y discriminar los que no lo son. Y, en tercer lugar, poder comparar diferentes situaciones y realizar los cálculos mentales necesarios para encontrar las soluciones más idóneas.
PERSONALIDAD
Respecto al ámbito de la personalidad, se estimula la iniciativa, el autocontrol, la autodisciplina, el esfuerzo, la reflexión, el pensamiento crítico y la responsabilidad; se mejora la organización y la planificación y se potencia la autoestima y la autonomía.
En una partida de ajedrez los jugadores constantemente están tomando decisiones, sin ninguna ayuda externa, para conseguir una estrategia ganadora y así superar las dificultades que los adversarios plantean durante las partidas. Estas decisiones requieren una reflexión y unos análisis previos para poder encontrar la mejor solución en cada momento y, a la vez, poder prevenir las futuras respuestas del contrincante.
El jugador, a medida que mejora su capacidad de autocontrol y aumenta el esfuerzo y la tenacidad en los procesos de análisis, síntesis, reflexión y valoración de las situaciones, irá consiguiendo mejores resultados. Por lo tanto, el jugador será responsable de sus propias decisiones, porque en el juego del ajedrez el azar no tiene ninguna influencia.
Independientemente de si gana o se pierde, el ajedrecista aumenta la autoestima, ya que va constatando que mejoran sus capacidades intelectuales y el autocontrol emocional. Es decir, no solamente se valora el hecho de ganar o perder, sino también la capacidad de realizar combinaciones artísticas y brillantes la mejora en el nivel de juego. Además, al progresar, ser reconocido y valorado dentro del grupo contribuye a mejorar la autoestima del que juega.
Las personas que aprenden a escoger la mejor solución delante de un problema serán más autónomas y responsables.